Visitas a Khanhiwara 69

domingo, 14 de septiembre de 2008

INVESTIDURA A JUAN PABLO

INVESTIDURA.
Bienvenido al movimiento juvenil más grande del mundo.

Un nuevo Lobato hace su compromiso, el cual es para toda la vida. Ya que como decimos, "Scout una vez, Scout por siempre".

JUAN PABLO SALDARRIAGA, es un Lobato muy especial para nosotros ya que desde que ingresó a la Manada, siempre mostró su interes por su ascenso. Tuvo epocas de altibajos, pero en los últimos meses mostró su interes, su animo, sus ganas, sus conocimientos y que es capaz de trabajar en equipo y cumplir una promesa y una ley.

Vaya nuestra FELICITACIÓN a Juan Pablo por su ascenso y bienvenido a la Manada khanhiwara 69. que empiece a endurecer sus patas y afilar sus garras.

Queremos rendirle un un homenje más a Juan Pablo con el sueño de Jaimito, una historia, donde Juan Pablo puede ser el protagonista.

La Historia de Jaimito

Jaimito fue un niño que como Uds. un día ingresó a una Manada y vivió todas sus primeras reuniones preparando sus Pruebas para poder ser investido y admitido como miembro de la Manada. Aquel día de su investidura como Lobato, llegó algo solemne pero muy feliz a su casa. Era ya un ¡Lobato! Entre bocado y bocado, a la comida, contaba a su familia los detalles de la ceremonia y les explicaba algunas de las pruebas que había tenido que cumplir.

Aquella noche Jaimito lleno de felicidad va a acostarse. Se quita su uniforme y lo dobla con gran cuidado. Al mirarlo se siente orgulloso de poder usarlo. Se pone su piyama y se arrodilla al pie de su cama, para hacer sus oraciones. Con un gran sentimiento pronuncia la Oración del Lobato, promete íntimamente se "Siempre Mejor" para ser un buen Lobato.

Se mete debajo de las cobijas y pronto queda dormido. Aquella noche Jaimito tiene un sueño...
Vagaba por un bosque oscuro, era una selva pensaba, pues entre los árboles apenas si veía una luz sobre su cabeza y oía algunos ruidos propios de la selva.

No se sentía solo, porque escuchaba cercanos gritos de alegría de otros niños. Avanzó por el sendero en su busca. Los encontró y reconoció al grupo de niños felices, como miembros de su Manada. Uno de los Seiseneros subía a un árbol. Akela estaba cerca. Sintió la cálida sonrisa de Akela y su saludo amistoso. Otros niños lo saludan sonrientes como saludan los Lobatos.

Permaneció en la selva junto a sus compañeros, meses, quizá años. Fueron juntos por todos los caminos y sendas que había a través de ella, explorando con interés porque en cada recodo siempre encontraban algo de interés.

Algunas veces se encontraban con grupos iguales que iban siempre acompañados de personas mayores. Cuando tropezaban con alguna de estas Manadas, con seguridad entablaban conversación o jugaban. Celebraban alguna competencia o simplemente se referían algún episodio interesante que habían visto.
Algunas veces encontraron a algunos niños, solos, como extraviados, que pedían que se les permitiera unirse a ellos. Akela los colocaba a su lado y les hablaba sobre las cosas maravillosas que la selva encierra.
Otras veces encontraban animales mansos o salvajes, pero ninguno de ellos se asustaba. Lo observaban y hasta jugaban con ellos. También de cuando en cuando encontraban piratas o indios de alguna Tribu que los atendían amablemente. Los piratas les enseñaban a cantar y les decían que nunca hicieran mal a nadie, que por el contrario siempre cumplieran su buena acción.

Los indios les enseñaban a hacer diferentes cosas, como hacer arcos y flechas, también a seguir un rastro o a un animal para observarlo, a saber como calcular una distancia, a guiarse en la oscuridad u orientarse. jaimito y sus compañeros aprendían y gozaban mucho.

Al principio caminaban siguiendo las huellas de los animales, pero poco a poco fueron llegando a senderos más precisos, más claros.

Jaimito se da cuenta entonces que ha crecido y se ha hecho más fuerte. Observa que ahora ve con mayor claridad por entre los árboles y la maleza. conoce ya muchos secretos de la selva y ha aprendido muchas cosas útiles. Experimenta que tiene mucho mayor confianza en sí mismo.

Se quita su gorra y vé allí al lado de la insignia del Lobato, una estrella. Piensa entonces cuánta razón tenía Akela cuando alguna vez habló de que dentro de la Manada aprenderían y abrirían sus dos ojos. Aprenderían a "saltar" y vencer las dificultades.

En verdad había pasado mucho el tiempo. Jaimito había crecido y había abierto sus ojos a todas las cosas buenas, útiles y maravillosas de la selva.

Ahora mira con más detenimiento a sus alrededor y nota, se da cuenta que muchos de sus antiguos amigos han desaparecido, nota igualmente que otros niños más pequeños han ingresado a la Manada.
Mira aún más detenidamente y se da cuenta que lleva ahora las cintas de Seisenero sobra la manga de su camisa y que ayuda como tal a Akela, dentro de la Manada.

Jaime medita y por fin pregunta a Akela, cuando caminaban a lo largo de un nuevo sendero. ¿qué es esta floresta y hacia donde nos dirigimos?
Akela mira fijamente a Jaime y le contesta: ¿Jaime, tienes ya tan abiertos los ojos?
La floresta es la selva de los Lobatos por que tú y yo hemos avanzado durante muchos días, pero desde el día que comenzaste esta andanza a mi lado, hemos ido siempre en la misma dirección ¡Hacia la Tierra del Escultismo!

Jaimito se quedó pensativo... la Tierra del Escultismo ¿n sería allá donde habrían ido todos aquellos que él notaba que ahora estaban ausentes de la Manada? Guillermo quien fuera su Seisenero y a quien ahora parecía que estaba reemplazando, estaría allí?

Y como para asegurarse en la respuesta, pregunta a Akela: ¿es allá adonde han ido los otros y Guillermo?
Akela le contesta que si, y agrega: me da gusto decir que casi todos han llegado a la Tierra del Escultismo y la están atravesando. De vez en cuando se me permite visitarlos y darles una palmada amistosa en la espalda, lo que también espero poder hacer contigo Jaime, pues ya estamos llegando a esa tierra.
Jaimito vuelve a preguntar: ¿pero por qué no puedes seguir conmigo?
Me gustaría inmensamente continuar contigo, confiesa Akela, pero si lo hiciera no habría quien siguiera guiando a los otros por los senderos de la Selva.

Jaime reflexiona y dice: Es verdad, se perderían, como me hubiera perdido yo, si no hubieras estado allí para congregarnos y guiarnos. Pero, será tremendo estar, sin ti, Akela.
Sonriente Akela le responde: quizá al principio, pero debes saber que te bastará llamar a Akela y me tendrás a tu lado para conversar contigo. Pero allí tendrás mucho que hacer, tu viaje será divertido y pronto te sentirás como si hubieras estado allí toda la vida. Además debes pensar que allí encontrarás a los que te antecedieron y por tanto estarás entre viejos amigos. Animo, que no entras solo a esa tierra.
Un gran resplandor los iluminó en aquel momento. Jaimito escuchaba cerca la voz de Akela, que decía: ... Recuerda Jaimito una cosa: la senda por la has caminado a través de la selva del lobatismo ha ido siempre en la misma dirección, ella conduce a la "Tierra del Escultismo" y a través de ella a una tierra mucho más amplia que se extiende en seguida.

El sendero te puede parecer distinto, otras actividades desarrollarás y sentirás de manera diferente, mas el sendero va en la misma dirección. Conservate siempre dentro del sendero, que es el sendero del Escultismo al que has pertenecido desde que ingresaste a la Manada de los Lobatos. Conservate dentro de él toda la vida.
Salieron al borde de la floresta y Jaime pudo ver a lo lejos bosques, arroyos, ceros y llanuras. pronto notó algo más de cerca aun grupo de muchachos más grandes que él. Unos cocinaban, otros hacían un puente, más allá arreglaban unas carpas.

Pero... ¿no era aquel Guillermo? Si, era él. Más crecido muy tostado y muy feliz... si era él, ya lo saludaba muy entusiasta... y allá habían otros que lo conocían y lo saludaban dándole la bienvenida.
Un hombre a quien ya conocía, avanzaba hacia él. Akela y este se saludaron, hablaron. Ahora quien le daba el saludo de bienvenida era el Jefe de Tropa.

Pronto llegó un muchacho grande, fuerte, animoso, que portaba un banderín. Aquel hombre bajo cuya dirección continuaría ahora, confía a Jaime, a su Patrulla.
Despidiéndose de Akela con gratitud, fue a unirse a los muchachos que trabajaban.
Volvió la mirada y la floresta le pareció que ya estaba muy lejos. Pero sabía que jamás olvidaría a Akela, ni ninguna de las cosas interesantes que habían acontecido en la Selva de los Lobatos.
La voz de Guillermo, que está a su lado, le dice: mira como serpentea la Senda Scout allá adelante. Baja el valle y sube después por el cerro que está al otro lado. Cómo nos vamos a divertir tu y yo, y el resto de la Patrulla explorando a lo largo de este sendero.

Jaime aún dormía, pero debía ser casi la hora de despertar, porque sus sueños después de haber volado a través de meses y de años, se redujeron a segundos y minutos, ya que de ahí en adelante no pudo recordar ni la centésima parte de lo que había acontecido.
La Patrulla y la Tropa, pasaron multitud de aventuras. Hubo ocasiones en que se unieron a otras patrullas y a otras tropas para hacer trabajos y ha tener juegos supremamente interesantes.
Jaime sentía como su cuerpo se hacía cada vez más fuerte y ágil, gracias a todas esas actividades y sentía igualmente que su alma se elevaba y se fortalecía con la práctica de la Promesa y de la Ley, cuyos ideales animaban todo aquello.

También recordaba que una vez se unieron millares y millares de Scouts, acampando en el mismo lugar. Toda la Senda Scout estaba congestionada por muchachos scouts que hablaban entre sí. algunos en idiomas diferentes, pero entendiéndose todos y discutiendo sobre lo que les esperaba al final de la jornada.
¿cuándo termina esta senda? preguntó Jaime a Guillermo.

Creo, que jamás termina, fue la contestación. Siento que continúa para siempre y en verdad que está bien.
Si, asintió Jaime. Creo que nos tomará toda una vida, para llegar a donde debemos ir. La cumbre de los Rovers, la planicie de los hombre mayores...
Mas Jaime sentía, que quizá un día volveria a esta tierra, quizá la Selva del Lobatismo. Escuchó como la voz de Guillermo le decía ... Da a los Lobatos, a los Scouts, a los Rovers, todo aquello que nuestro Akela, nuestro Jefe de Tropa y nuestro Guía Rover, nos dieron a nosotros.

Entonces despertó Jaimito de su sueño. Un rayo de sol daba sobre su camisa de Lobato e iluminaba su Insignia de Lobato, cosida aquella misma noche por su madre.

Entonces pensó en su sueño y en aquellas palabras que Akela le había dicho en el momento de pronunciar su Promesa: "Te felicito, ahora ya eres Lobato y un miembro de la gran Hermandad Mundial de los Scouts".

Enviado por Patricio Suazo (Pilgrim) Jefe de Tropa Grupo Guider Scout "FENIX"


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